Por tierras de Baltasar Martín y Anselmo Pérez de Brito
Celestino Celso Hernández
Un lugar, uno de los catorce barrios de Garafía, Juan Adalid, une a dos de los personajes más prominentes de esta villa, como también de la isla de La Palma, Baltasar Martín y Anselmo Pérez de Brito, pues ambos nacieron en este barrio del noroeste palmero.
Un grupo de amigos hemos quedado en
la gasolinera de San Antonio, en Garafía, para acercarnos a la patria chica de
Baltasar y Anselmo. Pasan ya algunos minutos de las cinco y media de la tarde,
hora fijada, y Martín “Cano”, a quien he convocado como guía de la visita, ha
empezado a ponerse ligeramente inquieto. Lo tranquilizo indicándole que, en
estos días de verano, la luz solar alcanza hasta las nueve de la noche e
incluso más. Manuel Poggio, uno de los protagonistas de la jornada, que nos
hemos propuesto emprender, eligió este horario de tarde por razones de su
trabajo, y hay que tener en cuenta además que se desplaza desde la “suidad”,
como suelen decir los palmeros, en su habla común, adelantando la letra u a la
letra i. De similar modo, para referirse a la capital de la isla, suelen decir
que fueron a La Palma, o que vienen de La Palma, ahorrándose las tres palabras
que le anteceden, o sea “Santa Cruz de”, y dando a pie a cierta confusión,
entre los que no residen en la isla.
Antes de las seis de la tarde,
reunido ya todo el equipo y hechas las presentaciones, podemos ponernos en
marcha rumbo a Juan Adalid. Junto con los ya citados Manuel Poggio y Martín
“Cano”, se suman también a esta pequeña expedición Francisco de Asís Leal, que
viene con el objetivo de realizar dibujos del lugar, para la futura publicación
que se prepara sobre Baltasar Martín, Sonia Petisco, doctora en filología,
traductora e intérprete, Antonio Lorenzo Tena, bibliotecario, quien realizaría
una completa labor de fotografía y filmación, un italiano, que nos pidió
sumarse a la expedición, residente en la zona de los molinos de viento, para
obtención de energía eólica, y como séptimo integrante de la misma quien
escribe estas letras.
vista desde Roque del Faro, en dirección descendente hacia la costa |
La bajada a Juan Adalid es ya un
atractivo suficiente, para acercarse por esta zona. Desde los llanos de San
Antonio vamos descendiendo, entre un monte verde intenso, no de pinar a estas
alturas, sino de monte bajo, frondoso, fayal-brezal. Después de transitar por
este manto verde de vegetación, alcanzamos un punto en el que ya comenzamos a
ver la costa, y a partir de aquí la vegetación varía drásticamente, incluso podríamos
decir que desaparece, si miramos la parte que hemos dejado atrás. No debe
extrañarnos que estos singulares paisajes hayan sido objeto, no sólo de
admiración por quienes han tenido oportunidad de contemplarlos, sino que
incluso esa admiración se haya reflejado en coplas, incluso por los propios
naturales y vecinos. No lejos de este monte verde, que comentamos, en la parte
baja de Roque del Faro pudimos contemplar, este mismo verano, un paisaje muy
singular, en el que se alzan, monte abajo tres promontorios o “montañetas”,
totalmente cubiertas de vegetación de un verde intenso. Fue con motivo de una
caminata, en la que en este caso nos hizo de guía Abilio Reyes Medina. A la
vista de la admiración que nos causó este paisaje, y de los comentarios que
realizamos, ha tenido el detalle de hacernos llegar una décima, que le dedicó,
a tan singular escenario natural, su abuela Margarita Medina Lorenzo, y que
dice así: “Muy cerca de tu mansión / si la vista no me engaña / se divisan tres
montañas / que causan admiración. / Obra y prodigio son / por manos del creador
/ donde la brisa a favor / las baña constantemente / ahí están frente a tu
frente / cubiertas con su verdor.”
Martín 'Cano' y Francisco de Asís, tomando apuntes, en la casa que dice habitó Baltasar Martín |
El destino de nuestra expedición son
las casas de Juan Adalid, unas pocas casas, hoy deshabitadas en su práctica
totalidad, si salvamos la casa y granja de cabras y ovejas, que ocupa quien es
conocido por aquí como “Malacabeza”. Aparcamos justo al pie de la propiedad,
que aparece resguardada por una cadena, impidiendo el paso de vehículos, que no
de personas. Rodeamos la casa y granja, y nos dirigimos al comienzo de la
ladera, que aparece a su izquierda, dando al barranco que le separa del
siguiente barrio, Don Pedro, que oteamos bastante más arriba. Justo aquí,
Martín nos señala los restos de una casa rectangular, de limitadas dimensiones,
y construida en piedra seca, sin argamasa, que identifica como el lugar en el
que vivió Baltasar Martín. En la actualidad sin techo, sospechamos que en su
día contara con una cubierta a base de tablazones de tea, en similares
características a los que aún se conservan en algunos lugares de esta misma
villa, particularmente en el barrio de Franceses –véase, al respecto, el
artículo Casas con cubierta de madera,
obra de Fernando Hernández Delgado, en Rincones
del Atlántico-.
Martín 'Cano' y Francisco de Asís, nuevamente, esta vez frente a la cueva que se cree nació Pérez de Brito |
Desde este primer escenario,
volvemos sobre nuestros pasos, y en una pequeña barranquera, previa a llegar a
la ya indicada casa y granja, hacemos la segunda parada, frente a una amplia
cueva, hoy llena de enseres en desuso y otros objetos desvencijados.
Curiosamente, sobre la misma piedra, y de una forma nada respetuosa con la
propia cueva, una inscripción, pintada directamente, señala que en ella nació
Baltasar Martín. Los del lugar nos indican que ha sido realizado así, ante la
llegada de personas interesadas en averiguar la cuna del héroe palmero, y para
evitar el acceso a la zona de casa y corrales, que hemos narrado anteriormente.
Lo curioso es que esta cueva puede tener su propio valor, como cuna natal, en
efecto, pero no de Baltasar, sino de Anselmo
Pérez de Brito, quien nació en Juan Adalid el 21 de abril de 1728. Formado
en Santa Cruz de La Palma, al quedar huérfano de madre, se trasladó a Sevilla
para formarse en leyes. De vuelta a su isla, luchó por los derechos de los vecinos
y los municipios frente a los regidores perpetuos del Consejo de Castilla, alcanzando
un logro sin parangón. El 1 de enero de 1773, tras una prolongada y muy dura
lucha legal, que le supuso incluso dos años de encarcelamiento, logró que todos
los representantes del Cabildo fueran elegidos por el pueblo, la primera vez que
ello sucedía en España. A lamentar, que Pérez de Brito no lo pudiese ver, pues
había fallecido cuatro meses antes, en 1772, con cuarenta y cuatro años de edad
–véase Del lugar de Tagalguen, obra
de Tomás Orribo y Néstor Rodríguez-.
La tercera y última parada, de
nuestro recorrido por Juan Adalid, la llevamos a cabo ascendiendo al
promontorio en el que se encuentra enclavado el oratorio de la Cruz de la
Centinela, en donde cada día 3 de mayo tiene lugar una festividad muy peculiar.
Escenario mágico éste, sin duda alguna, pues a pesar de lo inhóspito que pueda
resultar, por alejado, aislado, deshabitado e incluso batido muchas ocasiones
por un viento, que llega a resultar incómodo, ofrece unas vistas inigualables
de prácticamente todo el litoral norte de La Palma. Por sus extremas
características nos resulta precisamente llamativo. Desde este lugar tenemos el
convencimiento que Baltasar Martín pudo ver la flota de unos setecientos
piratas franceses, al mando del pirata François Le Clerc, Pata de Palo, que
asaltarían Santa Cruz de La Palma el 21 de julio de 1553. Baltasar
Martín se considera que nació hacia el año 1520, en Juan Adalid –véase Del lugar de Tagalgen, obra de Tomás
Orribo y Néstor Rodríguez-.
Monumento dedicado a Baltasar Martín y Anselmo Pérez de Brito, frente al Ayuntamiento de Garafía |
A este héroe legendario se le dedica
una placa en Santa Cruz de La Palma, que reza literalmente así: “+ Aquí Yacen /
los Restos del Insigne Patriota / Baltasar Martín / quien defendió heroicamente
a / S/C de La Palma / de los piratas que la / invadieron / el 21 julio 1553 /
obligándoles a reembarcarse / el 1 agosto 1553 / murió a la puerta / de este
templo / homenaje / del Ayuntamiento de Garafía / su pueblo natal”. Por su parte,
en su pueblo, además de dar su nombre a la plaza principal del municipio, se le
ha dedicado una escultura, que comparte con el otro prócer ya citado, Pérez de
Brito. La placa, colocada al pie de este monumento, reza del siguiente modo,
también literalmente: “Garafianos ilustres // Baltasar Martín (1520-1553) /
Hombre muy vigoroso, nació en Juan Adalid y murió luchando contra los corsarios
que tomaron la ciudad de Santa Cruz de La Palma. Es vivo recuerdo de la memoria
popular. // Anselmo Pérez de Brito (1728-1772) / Abogado y político, nacido en
Juan Adalid, consiguió abolir los Regidores Perpetuos del Consejo de Castilla y
constituir en La Palma, en 1773, el primer Ayuntamiento de elección popular.”
Vista desde La Centinela, hacia la derecha, en dirección noreste -El Tablado, Franceses, Barlovento,...- |
En la zona costera de Juan Adalid se
localiza una bahía, baja, como suelen decir por estos lugares, de La Manga,
considerada como la zona de mar más segura de todo el norte palmero, en el que
desde siglos atrás se resguardan, de los duros temporales del mar norteño,
tanto navíos comerciales, de pasaje, como también navíos no regulares, incluso
piratas. He podido escuchar de un destacado profesional palmero, y de alta
cultura, cómo al asistir a personas de estos lugares, y ante ciertas
características fisionómicas de las mismas, no pertenecientes precisamente a
poblaciones locales de la isla, tenía el convencimiento que, en más de una
ocasión, marineros, que se resguardaban en esta citada bahía, no sólo cuidaban
de sus navíos, sino que además aprovechaban para avituallarse y “conocer” mejor
a la población del lugar. Nosotros somos del mismo convencimiento. Queremos
indicar con esto, que fruto de estos contactos y de este trato, los lugareños
podían contar incluso con ciertas informaciones preferentes, antes que en el
resto de la isla. Y por lo que se refiere a los desplazamientos a pie, de estas
gentes, no debía representar mayor inconveniente, conocedores además de caminos
y veredas. Traemos a colación lo oído por nosotros, mucho tiempo después de
aquél del héroe legendario, sobre cómo se desplazaban a pie algunas personas,
aún en la primera mitad del pasado siglo XX, saliendo de madrugada desde
Garafía rumbo a Santa Cruz de La Palma, y estando de vuelta, con algún recado o
encargo, a la hora del almuerzo.
Vista desde La Centinela, hacia el monte, toscas en donde se ubica la que se piensa cueva natal de Baltasar Martín |
Desde este observatorio natural (por
algo su nombre de ‘La Centinela’), nuestro guía, Martín, nos señala, hacia el
monte, una zona de toscas, en la que se encuentran cuevas, en las que habría
nacido Baltasar Martín. Estamos en la otra margen de Juan Adalid, al lado de
una tremenda depresión o barranco profundo, que le separa de otro pago de este
lugar, El Mudo, del que divisamos algunas de sus casas, muchas de ellas
abandonadas. Un panel informativo, colocado en La Centinela, nos da información
del lugar, en tres idiomas, recogiendo la parte final del texto lo siguiente:
“En los planos cortos se hace patente la presencia humana y pastoril, lo que ha
dibujado el cambiante paisaje de los cerrillares (pastos fruto de la acción del
pastoreo y el pasado cerealista de la zona). Destaca el corte del relieve
producido por el Barranco de Domingo, en el que se combina la belleza natural
de cardones con las múltiples cuevas y oquedades que conforman el refugio de
cabras y pastores.”
Una vez realizada nuestra
exploración del lugar, volvemos a ascender la loma sin vegetación, o de
yerbajos y matojos, hasta introducirnos en el manto verde del fayal-brezal, y
alcanzar las llanadas de San Antonio. Coincidimos en que hay que celebrar este
encuentro, y así lo hacemos, parando en el bar Gasam. Queremos brindar con
productos de la tierra, y pedimos vino de tena, una especificidad vitivinícola
propia de Garafía, que le une a otros vinos similares, como el de resina de
pino de Grecia y Chipre, por su envase en recipientes resinosos, como el garafiano.
Nuestro gozo en un pozo, como reza el dicho, pues no les queda, de modo que
optamos por un vino tinto garafiano, que acompañamos con chicharrones y queso
fresco, que tanta fama ha alcanzado, no sólo en la propia isla, sino también en
las islas de Tenerife, en donde los consumidores lo piden en el mercado por
‘queso de Garafía’, no ya solamente por ‘queso de La Palma’, y también en Gran
Canaria.
De dcha a izda, Martín Cano, Sonia, Manuel Poggio, Celestino Celso, Francisco Leal y un vecino italiano, en La Centinela |