lunes, 5 de octubre de 2020

En el 30 Aniversario del Restaurante Briesta, antiguo Kiosco de Briesta

30 Aniversario del Restaurante Briesta, antiguo Kiosco Briesta

Celestino Celso Hernández

 

Restaurante Briesta, en la Villa de Garafía. Fotos tomadas de la página del restaurante

            Echar la vista atrás y revisar el tiempo transcurrido puede producirnos una doble sensación. De una parte, un gesto algo serio, si comprobamos que nuestros recuerdos se remontan más años atrás, de los que pudieran quedarnos por delante. Y de otra parte, de satisfacción, si esa revisión nos trae recuerdos agradables. Algo así me ha ocurrido a mí, en fechas cercanas, cuando me acerqué, como en muchas ocasiones anteriores, al Restaurante Briesta, antiguo Kiosco Briesta, en el lugar del mismo nombre, en la carretera que va de Las Tricias a Llano Negro, de la Villa de Garafía. Este ha sido un lugar de peregrinaje gastronómico, para nada obligado, por tenerse uno que desviar de las vías principales y realizar un recorrido algo más largo y sinuoso. Esa que se podría entender como tardanza, cuando nos proponemos llegar de un lugar a otro, lo más pronto posible, se convierte en este caso en una buena alternativa, incluso si alguien no se ha dado cuenta de cuál era la dirección más rápida, y se encuentra de sorpresa con este lugar de comida, ya de mucho tiempo en activo. No se arrepentirá de haber recalado por aquí.


30 aniversario del Restaurante Briesta. Fotos tomadas de la página del restaurante


            La sorpresa que yo no me esperaba, en esta ocasión, es que Coro, María Coromoto Martín, la dueña y entrañable anfitriona, antes de que abandonara este querido lugar, me hiciese entrega de una hojilla suelta y dos postales, en las que se recoge que Restaurante Briesta está celebrando su 30 Aniversario, 1990-2020. Ha querido el destino, siempre incierto y sorpresivo, que su aniversario coincidiera con la dichosa pandemia del coronavirus, que nos tiene a todos con los tiempos cambiados y el ánimo recogido. De hecho, en su “flyer”, que así se denominan técnicamente estas hojitas informativas, o publicitarias, se recogen varias actividades, que Coro y su marido Toño, habían programado para los días 20, 21 y 22 de agosto, del presente año. Sin embargo, y por si el covid-19 ya no estuviera causando suficientes estragos, en esas mismas fechas, a media tarde del viernes 21 de agosto, se declaraba un incendio en la zona de Catela, pago de los altos de Cueva de Agua, y en las cercanías de Briesta. El incendio fue a más, desgraciadamente, y la celebración del Aniversario, que con tanto cariño habían preparado Coro y Toño, quedó para mejor momento.

            Y es, a partir de aquí, cuando han venido los recuerdos a mi memoria, pues éste era lugar de paso obligado, antes de que abrieran la nueva y actual carretera por la costa, para llegar hasta Santo Domingo de Garafía, en donde vivieron mis padres, Manuel e Ignacia Teodomira, y nosotros sus hijos. Y además de transcurrir por Briesta la única carretera de comunicación, desde Garafía, con el sur de la isla de La Palma, es que una parada en Briesta se hacía imprescindible. Un reparador descanso, al menos para tomar un vaso de vino de tea y disfrutar un momento de las vistas de su fragante pinar, cuando no, y sobre todo, para disfrutar de una buena comida, en la que no faltara un potaje de trigo, gran aportación culinaria de gran arraigo, aún hoy, en tierras garafianas, y completar con una carne de conejo, o de cabra, o de cochino, de cerdo, como aparece en la carta, que en las tres variantes quedará bien satisfecho el cliente.


Antiguo Kiosco Briesta. Fotos tomadas de la página del restaurante


            Mis recuerdos se remontan más allá de la existencia del actual Restaurante Briesta, y por lo tanto en fechas anteriores a 1980. Tengo vivos recuerdos del antiguo Kiosco, que, pese a su modesta apariencia, llamaba la atención, y a mí, como creo que a otros más, nos producía incluso un efecto de llamada. Quiso la suerte que, incluso, tuviera ocasión de coincidir aquí, en el Kiosco de Briesta, con un personaje singular, uno de los más grandes verseadores, así llamados los autores y cantores de coplas populares, con variado contenido, entre mensajes y desafíos, en formato de décimas, que ha dado Garafía y La Palma. Severiano Martín Cruz, Severo, el verseador al que nos referimos, y al que tuve ocasión de ver, e incluso recitar, en el Kiosco de Briesta, que era uno de sus lugares preferidos, había nacido en el cercano pago de Catela el día 8 de noviembre de 1913. Hombre que anduvo cuantos caminos y paraderos había por toda la comarca, desde Tijaraje a Barlovento, con algunas paradas obligadas, como la fiesta de San Antonio del Monte, cada trece de junio, a la que concurrían, entre devotos, gentes de la agricultura y ganadería, tratantes y comerciantes, también los más destacados verseadores de toda la isla, entre ellos Severo, y aquí medían el saber de sus versos, lo más atinados y sonoros posibles, que doblegaran al contrincante. Sin embargo, la vida no da para da para tanto, y ese no parar, además de los variados caldos del país, imprescindibles en cualquier reunión de verseadores, que se precie, doblegaron a nuestro gran poeta popular. En los alrededores del Bailadero, otro sitio de parada, en el Bar, que entonces allí había, hoy Restaurante con el nombre de ese lugar, y después de una despedida cordial, de los amigos que allí se encontraban, decidió no continuar en el camino, falleciendo en el año 1989.


Monumento dedicado a Severo, en Catela, obra de Cano Navarro. Foto tomada de su página


            A Severo, Severiano Martín Cruz, se le dedicaría un monumento, por parte del Cabildo de La Palma, de mano de su Consejero, Primitivo Jerónimo, en el lugar de su nacimiento, Catela, junto a la carretera, y muy cerca, por cierto, de terrenos de mis abuelos Antonio y Angelina, que allí tenían viñedos y bodega. La escultura, busto de Severo y panel grabado con uno de sus versos, es obra del amigo escultor grancanario Chano Navarro (Las Palmas, 1971), siendo inaugurada el viernes 13 de enero del año 2017. La décima de Severo, que se rotuló en su monumento, dice así: “Si en tu sentimiento existe, / lector, consideración, / agradezco tu atención / a mi historia larga y triste. / Ya el corazón no resiste, / ya mi mente dicta en vano, / y moralmente de antemano, / por sus rústicas labores, / el perdón a sus errores / ruega Martín Severiano”.

            Aún volví a reencontrarme con el admirado Severo, después de fallecido, aunque pudiera resultar extraño. Lo hice, sí, con sus creaciones poéticas, tras la oportunidad que me brindó el Ayuntamiento de Garafía, por mano de su entonces Alcalde, Antonio Abilio Reyes Medina, ahora ya también prematuramente fallecido, y de su entonces Concejal de Cultura, Ismael Fernández Hernández, también fallecido, igualmente de manera prematura. En un nuevo día de San Antonio, el 13 de junio de 1993, dimos a conocer un libro de décimas de Severo, firmado por Talio Noda. Los amigos Abilio e Ismael me hicieron cargo de que coordinara la edición de este libro, y en el mismo quedó reflejado un breve comentario personal, en la contraportada, que se inicia del siguiente modo: “Por un poco de compañía, un verso podía ser tuyo, Severo te lo regalaba con su voz fuerte, con su profundo y roto cantar. Apoyado al pequeño mostrador de madera del antiguo kiosco de Briesta, rodeado por el pinar, el tiempo transcurría plácidamente oyendo sus ingeniosas décimas, también sus advertencias e incluso la premonición sobre su triste final”. Inesperado y siempre agradecido regalo para mí, el haber tenido esta participación en el libro de Severo, como así lo denominábamos, junto a otros amigos muy recordados, además del ya citado amigo Talio. El maestro Eulogio Otero, que tuvo el gran acierto de llevar a cabo un trabajo sobre Severo, con sus alumnos de las Escuelas de Santo Domingo, consiguiendo algo que de antemano parecía poco menos que imposible, grabar las décimas recitadas por nuestro protagonista, precisamente en el kiosco de Briesta. Y con él, otro gran amigo, José Luís Martín Taizé, que aportó su acertado acompañamiento a la guitarra, en la ocasión que más se necesitaba, el recitado de décimas de Severo, en boca de su propio autor. Participación también, en suma, en este preciado libro de Severo, del que fuera mi maestro de escuela, y siempre recordado y admirado, Francisco de Asís Leal Páez, que para esta ocasión aportó sus dibujos a plumilla.


Portada y contraportada del libro 'Décimas de Severo', de 1993, en el que tuve el honor de participar


            Así transcurre la vida, y al paso de los años, como ahora, en el 30 Aniversario del Restaurante Briesta, que mi amiga y dueña Coro, me ha hecho gratamente recordar, nos asaltan los recuerdos, con nostalgia, sí, mas también con el buen sabor de lo entonces vivido y disfrutado. El entonces kiosco, ahora restaurante Briesta estarán siempre presentes en mi memoria, de eso no me cabe duda, y por eso, tal vez, retorne allí, cada vez que tengo ocasión. También por los recuerdos, unidos al antiguo kiosco, de un personaje único como Severiano Martín Cruz, Severo, quien también llevaba siempre muy presente este lugar. De hecho, así lo dejó recogido en uno de sus versos, que he podido ahora localizar, con motivo de este treinta aniversario del Restaurante Briesta, y que modestamente ofrezco a Coro y Toño, con tan buenos recuerdos y grata amistad:


El sábado a mediodía

llegué al Kiosco sin pensar,

sin saber a quién encontrar,

ni quién me saludaría.

Pero hice una poesía,

aunque no sea correcta

y con la mente indiscreta,

pero dice Severiano,

que en lo agudo y en lo llano

demuestra que él es poeta.

 

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